Hoy fui a bucear…
Hoy fui a bucear…
El celular sonó, escuche: ¿Puedes venir a tomar unas fotos?, fui.
Una familia vacacionando, buceaban por primera vez, papá, mamá, hija y el menor de todos, un chico de apenas 11 años con ojos de espanto que se fueron tornando en ojos asombro al irse dando cuenta que podía “volar” en el agua, y nadaba junto a los peces del arrecife, de todos, creo yo, el que más disfrutó.
Al ir buceando junto a él lentamente mi ser adulto se fue transformando en un ser de once años como él, me señalaba con el dedo, arena, peces, coral, cualquier cosa que veía, emocionadísimo, al salir me pude dar cuenta de que yo, el buzo profesional de más de 50 se sentía como el niño de 11, estaba feliz, podía ver en la sonrisa del niño acurrucado en el regazo protector de su padre el mismo sentimiento.
Hoy fui a bucear, me repetí y esa noche dormí como hacía mucho no dormía…
Que sensación tan fregona. El buceo abre puertas que ningún otro deporte puede. Gran texto!