La semana tan movida de elecciones en el país más poderoso del mundo, los Estados Unidos de América, me hizo recordar que dentro del deporte existen también muchas situaciones en donde la política influye de manera severa.
Específicamente en el futbol, el deporte más popular del mundo, existen luchas de poderes por estar al frente de los equipos más importantes del mundo. Me enfocaré en los dos clubes más importantes de España y de los más seguidos alrededor del mundo: el Real Madrid y el Barcelona.
Son protagonistas de la Liga de las Estrellas en los últimos años, dos frentes políticos que sirven como antagonistas perfectos. El conjunto blanco de la capital fue por historia ayudado por el gobierno dictado de Francisco Franco, que es símbolo de poder.
Más allá de ser históricamente ganador, el Real Madrid representa para muchos la dictadura, el equipo que tiene influencia en las autoridades y que se ve beneficiado por esto. Es un equipo que no pasa desapercibido; o lo odias o lo amas. Un club en donde la importancia de quien está a la cabeza es tal, que el nombre de su estadio es en honor a un presidente: Santiago Bernabéu.
El puesto de presidente en el Real Madrid es una posición de mucho poder, ya que representa al club europeo más ganador en la historia. Del presidente blanco depende el rumbo de un barco en donde están a bordo millones de fanáticos alrededor del mundo, pero sobre todo dependen los socios que ponen grandes cantidades de dinero para seguir viendo ganancias provenientes del conjunto merengue.
Por su parte, el Barcelona es un equipo de un antiguo reino, Cataluña. El Barcelona tiene como slogan “Más que un club”. El equipo azulgrana es una representación del exterior, de unos rebeldes que se quieren separar de España y que repudian todo lo que tenga que ver con el abuso de poder por parte de Madrid.
Ser el presidente del Barça representa ser un líder de opinión que ayuda a la sociedad a saber qué camino seguir además de apoyar al equipo de futbol. Una figura que se ve obligada a hablar en catalán, sin importar que en las últimas décadas este equipo ha adoptado aficionados de todos los rincones del planeta y que tal vez el inglés o el mismo castellano puedan resultar más fáciles para los millones de seguidores del Barcelona.
Tomaré ahora dos gestiones de presidentes que le han dado triunfos a estos equipos en los últimos tiempos. En primer lugar, Florentino Pérez un empresario que tras su llegada al equipo de la capital de España en el año 2000, decidió elevar los ingresos de este.
La era de los “Galácticos” fue encabezada por Florentino. Jugadores como Zinedine Zidane, Luis Figo, Ronaldo o David Beckham, eran para los socios lo más importante. Más allá de los triunfos dentro del campo, sus nombres en la espalda del uniforme se convirtieron en una mina de oro para el club.
La mercadotecnia del nuevo milenio en el futbol no se entendería sin echarle un vistazo a aquella época en el Real Madrid. Si bien es cierto que ese grupo de jugadores consiguió acumular más trofeos, lo importante es que incrementó las arcas de la institución, por lo que podemos definir que el Real Madrid no solo es un equipo que anhela triunfos, sino que está siempre sediento de poder, que quiere los focos de atención y que pareciera nunca ser suficiente.
Ahora vamos con Joan Laporta, un joven abogado que sabía que el Barcelona estaba listo para ser un gigante del futbol mundial. Tengo que recalcar que si bien es cierto que los catalanes eran un equipo con mucha tradición, sus vitrinas no estaban tan nutridas como las conocemos hoy en día. Sin embargo, los catalanes siempre demandan buen juego y sobre todo amor por la camiseta.
Laporta llegó al club en 1998 y pocos años después se convirtió en el presidente de esta institución. Lo primero que hizo fue nombrar a un entrenador con poco prestigio, Frank Rijkaard, pero que aceptaría ayuda y jugadores diferentes.
Ronaldinho y Samuel Eto’o, dos rebeldes y con piel obscura, serían los símbolos ideales en contra del poderoso Real Madrid. Acompañados con jugadores formados en la cantera del Barcelona, que pocos se imaginaban se convertirían en históricos de los blaugranas y del futbol mundial.
Laporta sabía que un holandés en el banco era bueno para el Barcelona, a final de cuentas Johan Cruyff, quien empezó la grandeza del Barca, fue quien recomendó a Rijkaard. Tuvo su recompensa y de la mano de seguir ese proceso de jugar bonito llegó el elegido, un argentino menudito que necesitaba un tratamiento para crecer un poco más y que terminó catapultando al Barcelona para convertirse en el mejor conjunto del Mundo. Pero esa es otra historia.
Cómo podemos ver, la política está presente en el balompié y dentro de cada club existen luchas de poder, para poder llevar a buen puerto al equipo de sus amores, o a lo que muchos aspiran también: tener control de recursos para beneficio personal y usar ese poder para fines que no le convienen a los fanáticos al futbol.