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Dentro del deporte de alto rendimiento la parte física obviamente es algo muy importante, pero algo que tal vez no se le presta el debido cuidado es la parte mental. Sin duda la mente es primordial a la hora de competir. A veces el cuerpo no da más, pero nuestra cabeza es capaz de fortalecernos de tal manera que los seres humanos rompemos las barreras de lo físicamente posible.
Esta semana de nuevo han invadido las críticas hacia Lionel Messi, quien en conjunto con su equipo el Barcelona —y quiero hacer hincapié en esto— junto a sus compañeros, fueron humillados por el Bayern de Múnich, quien los derrotó por marcador de ocho goles por dos dentro de los cuartos de final de la UEFA Champions League. A pesar de que el argentino ha demostrado su calidad por casi dos décadas, la prensa y algunos aficionados lo señalan por no aparecer en momentos cruciales cuando sus equipos necesitan de su liderazgo.
Aquí podemos definir dos tipos de líderes, por un lado está el que con su talento muestra el camino con el ejemplo. Por el otro lado también está el líder que habla, que se comunica, que como coloquialmente se dice “saca el carácter”. Esto último es precisamente lo que Messi no suele hacer, pero lo que muchos no entienden es que es difícil cambiar la forma de ser y más cuando tu carácter es retraído, serio, tímido. Sin embargo, Messi sí ha cambiado un poco. Ha demostrado en varias ocasiones que, a pesar de no querer ser ese líder, ha asumido ese rol, como en la eliminatoria sudamericana para el mundial de Rusia 2018, donde prácticamente él solo llevó a Argentina a aquella copa del mundo. Con el Barcelona se ha cansado de acumular trofeos y récords, así que creo que los que le reclaman, deben de agradecer más y recriminarle menos.
Pero es cierto que si Lionel Messi hubiera tenido otro tipo de liderazgo, otro gallo cantaría. No me puedo imaginar a dónde hubiera llegado si hubiera tenido una mentalidad como la de Michael Jordan; un atleta que revolucionó la NBA, que jugó seis finales en el mejor básquetbol del mundo, sin perder una sola y siendo el jugador más valioso en todas ellas. O que hubiera tenido la mentalidad de Muhammad Ali, un boxeador que no solo fue ganador de medalla olímpica, tres veces campeón de los pesos completos, con solo cinco derrotas, sino que luchó por causas sociales como el racismo, es decir, fue más allá de lo que un deportista promedio hace.
Yendo al deporte de Lionel, lo que Pelé hizo en los mundiales de fútbol con su selección, llevando a Brasil a ganar su primera copa del mundo y de la mano de Edson Arantes do Nascimento con solo 17 años tocaron por primera vez la gloria. Si ponemos otro ejemplo en el balompié, para mala suerte de Messi, está Maradona. Diego Armando cargó en sus hombros a la selección albiceleste en el campeonato del mundo llevado a cabo en México en 1986, otorgando el segundo mundial en la historia de Argentina. Así que la sombra de Maradona siempre invade a Messi —o por lo menos por parte de los aficionados argentinos que le reclaman al rosarino el no conseguir títulos con su selección— ya que ha perdido tres finales de Copa América y una de Copa del mundo. Messi ganó una medalla de oro en Beijing 2008, pero con la restricción de edad que se tiene en los torneos olímpicos de fútbol.
Claro que todos los ejemplos que emití son de deportes de conjunto, por lo que es todavía más injusto señalar a un solo atleta. En deportes como el tenis, golf o atletismo muchas de las competencias son individuales, por lo que es más fácil evaluar el desempeño de un deportista, cosa que se complica al momento de juzgar a uno dentro de un equipo. Pero claro; las marcas comerciales, los productos y los fanáticos buscamos héroes, buscamos ídolos que en deportes masivos como el fútbol se magnifican y se separan de lo importante que es el conjunto.
Así que lo de Lionel Messi no es nada nuevo y el hecho de que tenga esa personalidad tan diferente con su competidor nato, Cristiano Ronaldo (que es todo lo contrario, que le gusta hablar, aparecer en todos lados y es más extrovertido) deja más evidenciado a Messi. No tiene nada de malo esa manera de ser, solo que entonces seamos conscientes que existen deportistas que no tienen el liderazgo para cargar con un grupo y evitaremos esas críticas que no ayudan en nada.